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Esa noche, ni una palabra.
Uno se metió a la cama con el celular en la mano, la otra persona con la mente en el trabajo. Se dieron la espalda. No hubo beso de buenas noches, ni un "te quiero" al pasar. Y no, no era una pelea. Pero tampoco era lo de antes.
¿Te suena?
A veces, la pasión no desaparece de golpe. Simplemente... se va apagando, como una vela que se queda sin oxígeno. Pero, ¿y si te dijera que no necesitas un viaje exótico ni una cena lujosa para reavivarla?
Lo que realmente necesita esa chispa es algo mucho más simple (y profundo): conexión emocional.
Esa es la mitad de la historia. Las parejas que se sienten emocionalmente conectadas disfrutan de una vida sexual más satisfactoria y plena.
¿La razón? Cuando te sientes visto, escuchado y aceptado, te abres no solo emocionalmente, sino también físicamente.
La Dra. Sue Johnson, experta en terapia de pareja, dice que “las parejas que se sienten emocionalmente conectadas disfrutan de una vida sexual más satisfactoria y plena” (Johnson, 2013).
La pasión no es solo deseo; es sentir que la otra persona realmente está contigo, en cuerpo y alma.
Imagínate esto: es sábado por la noche, los niños (si los hay) ya están dormidos, la tele está apagada y, por una vez, no hay ninguna notificación molestando en el teléfono. Solo ustedes dos, en el silencio de la casa. Y entonces, en vez de caer en la rutina de "¿qué vemos en Netflix?", pruebas algo distinto.
—Amor, si pudieras revivir un momento de nuestra historia, ¿cuál elegirías?
Hubo un segundo de silencio. Luego, una sonrisa.
—Mmm... cuando bailamos bajo la lluvia en ese viaje.
—¡Ufff…Yo también! No puedo creer que haya pasado tanto tiempo desde eso.
A veces, la pasión está escondida en los recuerdos compartidos, esperando a ser redescubierta.
No siempre es fácil decir lo que sentimos. Pero la investigadora Brené Brown lo deja claro: “la vulnerabilidad es la cuna de la intimidad y la creatividad” (Brown, 2012).
Así que, un día, sin darle demasiadas vueltas, podrías decir algo como:
—Me siento distante y no quiero que sea así.
Puede parecer simple, pero abrirse así puede cambiar la dinámica de toda la relación. No es una debilidad; es un puente hacia la conexión.
No subestimes el poder de los pequeños detalles: un roce cariñoso en la espalda al pasar, un mensaje inesperado tipo "Te extraño... aunque estés a tres metros" o una mirada que diga "sí, sigo aquí y todavía me encantas".
El Dr. John Gottman, tras más de 40 años investigando relaciones de pareja, descubrió que “las parejas que duran no son las que evitan el conflicto, sino las que eligen conectarse a diario” (Gottman, 2015).
La pasión es un reflejo de esa elección diaria. No se trata de grandes gestos, sino de pequeños momentos donde eliges mirar a la otra persona y decir, sin palabras: "Estoy aquí contigo".
¿Cuándo me he sentido más conectado contigo?
¿Qué pequeño gesto te hace sentir amado?
¿Qué te gustaría explorar juntos que nunca hemos hecho?
Hoy, deja el celular a un lado y dedica 5 minutos a mirar a tu pareja, recordando por qué la elegiste. Sin distracciones. Solo está presente. Observa qué cambia.